Cada familia en Polonia guardaba su propia historia de
Cuando por un largo tiempo estuve en un centro sanatorial, vino a visitarme un amigo venezolano, quien trajo de regalo un rico potaje, al menos después de tanto tiempo de alejamiento así lo veía yo, tres choclos, de inmediato nos la ingeniamos para cocinarlos, para esto mi compañero de habitación, quien era un polaco de bastante edad, lleno de bondad, aquella que solo pueden lograr las personas de gran sensibilidad, se unió a nosotros y con suma exaltación por los suculentos choclos que íbamos a probar lo invitamos a compartir, bueno el hecho es que después de la primera mordida mi amigo polaco se vino en vómitos, no entendíamos lo que estaba pasando, se alejó por un momento y al rato comenzó a narrarnos la historia de su niñez durante
Por tantas películas de historias vividas por el pueblo judío, algunas veces nos olvidamos que no solo éstos fueron partícipes de estos tremendamente amargos años, sin intención alguna de desmerecer la realidad de las atrocidades que ellos pasaron, solo con la intención de recordar que también existieron ciudadanos de cada uno de estos países, sean padres, esposos, esposas e hijos en batalla como soldados o como partizanos, también existieron aquellos polacos y hasta elementos descendientes de alemanes que se opusieron a Hitler y que fueron enviados a los campos de concentración, a ciencia cierta conocí uno de estos casos, quien al salir del campo se encontraba tan maltrecho que al poco tiempo falleció.
La familia de mi suegro, único hijo hombre, estando en plena guerra, recibió una carta oficial, en donde les anunciaban su fallecimiento en batalla, con lo que corroboro que cada familia había sufrido su propia historia, claro que después durante una de tantas batallas, durante la toma de una de las montañas en Italia, la batalla más conocida por narración fue la de Monte Casino, en donde los nazis atrincherados en la cima barrían con batallones de soldados de toda nacionalidad, al momento en que el batallón polaco estaba en subida matan al jefe de compañía y mi suegro como segundo al mando continúa hacia la cima hasta que una bala le atravesó los pulmones, pero vivió y retornó a casa habiendo recibido el más grande de los honores de guerra, la medalla de la “Virtuti Militari”. Es así como aquellos hombres que retornaron a su patria después de la guerra y aquellos otros que resurgieron de las cenizas de destrucción, deciden reconstruir sus ciudades ladrillo por ladrillo tal y cual lo eran antes de la guerra y de vez en vez dejan señas de zonas destrozadas y hasta hundidas por bombas para nunca olvidar, aquello que en estos momentos contrasta con la modernidad pero que lamentablemente nunca esta demasiado lejos de repetirse.
Esta simple narración es producto de aquello que me toco vivir durante siete años de estadía con la hermosa gente de Polonia, siempre fui extremadamente bien recibido en todos lados, gracias a lo cual pude compenetrarme un poco dentro de esta sociedad; de estos años fueron dos los que no hablé nada de castellano, alejado de lo mío poco a poco iba entendiendo algo del carácter tan inusual para Europa de una nación tan fuerte pero tan sencilla y de gran bondad, llena de sacrificios a lo largo de su historia, desde mucho antes; no olvidemos que en una época bastante pasada Polonia fue repartida territorialmente entre tres países agresores y que no se les permitía hablar su propio idioma ni contar su propia historia, sin embargo de aquella época de prohibición cultural y social surgieron grandes hombres que hasta la actualidad son parte de la cultura mundial, con un legado de música incomparable como la de Federico Chopin o de letras famosas como Adam Mickiewicz y otros.
Espero no haberlos cansado demasiado, pero ustedes son mis amigos, mis hermanos y tienen como tales la obligación de soportarme.
Muchos saludos,
Carlos